Del 15 Madrid, al 15 glObal.
El movimiento local originario parece haber dado el salto a la globalización. El pronto eco que ha tenido en los EEUU, y la rápida extensión que ha tenido allí from coast-to-coast, puede que le dé su carta de residencia para quedarse entre nosotros ya de forma duradera. Afianzado en Europa, extendiéndose en USA, con importantes resonancias en los movimientos ciudadanos de los países árabes, parece haberse hecho ya un movimiento "Glocal". El lema: "Unidos por un cambio global", resonó en 961 ciudades de todo el mundo.Si esto es así, el movimiento de los indignados será el primer movimiento de protesta y acción social de la MetaModernidad. Los movimientos sociales del siglo XX habían contado con los movimientos juveniles como vanguardias militantes -militares, en el peor de los casos-, al calor alienante de las identificaciones ideológicas. En las sociedades occidentales de la segunda mitad de aquel siglo, con la bonanza económica y la angustia nuclear, estallaron en mil variantes los movimientos juveniles ligados a la protesta lúdica, al goce de los primeros compases de una sociedad consumista, y a las nuevas alienaciones que venían de la mano de la cultura de masas, particularmente la música. La juventud se adueñó de la cultura. Y se adueñó por que la producía. Y al hacerlo, aparece como protagonista, sujeto de lo social.
Desde los años '80, la revolución neoconservadora retiró de la sociedad las movilizaciones populares, y orientó a las masas hacia el señuelo del bienestar económico. En España, la desmovilización de la sociedad vino de la mano del acceso a la democracia. Acabada la dictadura, cualquier movimiento ciudadano era sospechoso de conflictividad, y la transición exigía paz social -Pactos de la Moncloa-. El acceso al poder del socialismo terminó definitivamente con la protesta social, que quedó circunscrita a las luchas sindicales contra la reconversión industrial. La juventud española se orientó hacia una intensa renovación cultural -la movida-, que trataba de sacudirse más de una década de lucha política contra la dictadura, y de intensa exigencia ideológica en sus actitudes y compromisos. Los cantautores cedieron su escenario a los grupos pop -"...¡oh tú, sí tú!...el futuro ya está aquíiiiii"-. Lo que había llegado era la Post-Modernidad, y su propuesta de vida soft, light, etc -"...y yo caí, enamorado de la moda juvenil, de los chicos y las chicas que allí vi...".
La crisis de las ideologías dejaba planteada la paz social únicamente del lado del trabajo. El enriquecimiento vendría solo. La intensa creación de clases medias durante las tres décadas anteriores parecía confirmar que el trabajo aportaría la riqueza automáticamente, sin necesidad de una política de justicia distributiva. La multiplicación de los objetos de consumo alimentaban la convicción de un acceso real y democrático a una calidad de vida siempre in crescendo. La codicia dejó de ser pecado, y se legitimó el culto al dinero. La juventud tuvo acceso a los bienes de consumo con una rapidez y en una cantidad que fascinó a la sociedad -y más a una sociedad tradicionalmente pobre como la española. A cambio, durante todas estas décadas, la juventud vio reducido su papel de actor social al de activo consumidor cultural, básicamente alienado al espectáculo de la música y del deporte, y al negocio de los video-juegos. Treinta años después, la pérdida de nivel de vida de las nuevas generaciones amenaza con haberse convertido en su futuro, y vuelve el fenómeno de la inmigración, aunque esta vez sea de alta cualificación académica.
La crisis de las ideologías dejaba planteada la paz social únicamente del lado del trabajo. El enriquecimiento vendría solo. La intensa creación de clases medias durante las tres décadas anteriores parecía confirmar que el trabajo aportaría la riqueza automáticamente, sin necesidad de una política de justicia distributiva. La multiplicación de los objetos de consumo alimentaban la convicción de un acceso real y democrático a una calidad de vida siempre in crescendo. La codicia dejó de ser pecado, y se legitimó el culto al dinero. La juventud tuvo acceso a los bienes de consumo con una rapidez y en una cantidad que fascinó a la sociedad -y más a una sociedad tradicionalmente pobre como la española. A cambio, durante todas estas décadas, la juventud vio reducido su papel de actor social al de activo consumidor cultural, básicamente alienado al espectáculo de la música y del deporte, y al negocio de los video-juegos. Treinta años después, la pérdida de nivel de vida de las nuevas generaciones amenaza con haberse convertido en su futuro, y vuelve el fenómeno de la inmigración, aunque esta vez sea de alta cualificación académica.
Como movimiento cultural, el 15-M va a tener sus propias características por fuerza mayor de las condiciones de precariedad económica que afectan a los más jóvenes de ellos, que constituyen su base mayoritaria y más dinámica. Sin embargo, su cultura informática, y el acceso a las nuevas tecnologías posibilitado durante este tiempo, les permite un nivel de organización y de circulación de la información inimaginable para los movimientos sociales de los años '60 y '70. Organización y debate virtual, que preparan los encuentro ciudadanos, debates directos, y actos de protesta en la calle, que es el espacio ciudadano. Las dimensiones de las protestas espontáneas en el mundo árabe, han dado la medida de la capacidad de movilización social y transformación política de que son capaces movimientos nacidos en la base de las sociedades, cuando estas se sienten desvinculadas del pacto social que legitima la representación política, y por el que se sienten unidas a sus gobernantes.
En este sentido, también es el primer movimiento de la post-democracia, por la novedad que supone una acción política sin referencias en la teoría ni en la praxis. El "Que no, que no nos representan, que no", se refiere a un sistema político que parece no tener más futuro que el hecho de no tener alternativa. Desenmascarado ya el Mercado como el auténtico diseñador de las políticas mundiales, la acción de los gobiernos no aparece más que como su humilde ejecución, y los parlamentos como los vergonzantes legitimadores de las exigencias del capital. Para el 15 M vivimos una crisis sistémica, no porque hayan quebrado los gigantes financieros que no pueden quebrar, o por las deudas soberanas que los estados no pueden pagar. Es la otra crisis sistémica, la de la legitimidad y la operatividad política de los estados democráticos, desvelada en su impostura por aquella otra financiera.
Los indignados empiezan a ser apaleados en Wall Street, insultados por la extrema derecha institucional española -Aznar, E. Aguirre, Sánchez Dragó...-, temidos y codiciados como fuerza electoral por Cayo Lara y los socialistas. Son todas ellas buenas señales. Los ciudadanos indignados, los jóvenes particularmente, vuelven a ser sujetos nuevamente de lo político -que no de la política-. ¿Hay esperanza?
En este sentido, también es el primer movimiento de la post-democracia, por la novedad que supone una acción política sin referencias en la teoría ni en la praxis. El "Que no, que no nos representan, que no", se refiere a un sistema político que parece no tener más futuro que el hecho de no tener alternativa. Desenmascarado ya el Mercado como el auténtico diseñador de las políticas mundiales, la acción de los gobiernos no aparece más que como su humilde ejecución, y los parlamentos como los vergonzantes legitimadores de las exigencias del capital. Para el 15 M vivimos una crisis sistémica, no porque hayan quebrado los gigantes financieros que no pueden quebrar, o por las deudas soberanas que los estados no pueden pagar. Es la otra crisis sistémica, la de la legitimidad y la operatividad política de los estados democráticos, desvelada en su impostura por aquella otra financiera.
Los indignados empiezan a ser apaleados en Wall Street, insultados por la extrema derecha institucional española -Aznar, E. Aguirre, Sánchez Dragó...-, temidos y codiciados como fuerza electoral por Cayo Lara y los socialistas. Son todas ellas buenas señales. Los ciudadanos indignados, los jóvenes particularmente, vuelven a ser sujetos nuevamente de lo político -que no de la política-. ¿Hay esperanza?
Te voy a contar un sentimiento personal sobre todo esto que cuentas. Cuando yo era adolescente vivi esos momentos apasionados del final de la dictadura a traves de los ojos de mis hermanos mayores. Esperaba con impaciencia aquellas llamadas a "cobro revertido" que hacian desde sus lugares de estudio (Madrid en concreto) contandonos los acontecimientos que vivian en primera persona y que yo a mi vez trasmitia lo mas apasionadamente posible e mis compañeras"provincianas " de colegio.
ResponderEliminarDespues se paso como dices, a ese asumir la transicion, se alejaron bastante todas esas revindicacines-ilusiones. Pase, a eso a vivir al dia, estudiar-trabajar....en mi caso ni siquiera me apunte a la movida....
Ahora me parece estos del 15 M y O, me dan motivos para recuperar lo que en realidad vivieron mis hermanos, que no yo , y confio que SI haya esperanza.
Isabel.
¿Esperanza? yo creo que sí la hay. Por lo menos ver que algo, por fin, se mueve, es alentador. No se podía seguir siendo borregos eternamente. Y la razón, como dice Sampedro, está de su parte. Ahora está por ver cómo se canaliza todo esto, qué pasos se van dando hacia una mayor concreción de reivindicaciones y propuestas... el tiempo lo dirá.
ResponderEliminar