Cita

miércoles, 18 de enero de 2012

Al menos uno, se atreve.

La ruptura de facto de la Unión Europea a la que hemos asistido en el final del año pasado -Inglaterra, tal vez también Hungría y algún otro se quedan fuera de las medidas de integración fiscal-, ha sido como la liberación volcánica de la tensión acumulada en la tectónica política por las presiones financieras.  Ha servido para desvelar de una vez por todas la impostura de Inglaterra, y su doble juego: al servicio del capitalismo anglosajón (56% de los "mercados", Dólar, Libra, Agencias de Calificación, Wall Street, la City), pero con voz y voto en los centros de decisión europeos. Ahora, el Euro podrá tener más definido cuales son sus rivales monetarios y financieros. Indudablemente Europa pierde fuerza, pero gana coherencia teórica y cohesión pragmática.
Sin embargo, la fractura de la UE ni se queda ahí, ni empezó ahí. Hemos visto como las tensiones introducidas por las políticas migratorias han llevado a Francia, Italia, Dinamarca, a recuperar fronteras ocasionales o parciales. Hemos visto a los nuevos países del Este utilizar sus estatutos de estados miembros para arreglar viejas cuentas pendientes con sus antiguos "socios" hegemónicos. Hemos visto a Hungría dotarse de una Constitución que atenta a los principios básicos de laicidad, independencia judicial y libertad de prensa -y la timidez y tardanza de las autoridades europeas para iniciar un expediente de sanción. Hemos visto a Polonia ser la novia de USA en Europa. Incluso hemos dado por bueno que la UE se reduzca a la bilateralidad Alemania/Francia -Merkozy-, asumiendo que Europa sea lo que Alemania quiere (siempre destacando lo que paga, y nunca lo que cobra).
Siendo todo esto muy preocupante -y desnaturalizador del proyecto integrador de Europa-, sin embargo, las soluciones tecnocráticas a la situación de Grecia e Italia son, sin lugar a dudas, lo más preocupante de todo. Porque son La Ruptura, con mayúscula. Porque si la médula del proyecto europeo es la Democracia, lo sucedido en las salidas políticas a la crisis económica de esos dos países cuestionan definitivamente los recursos democráticos que tenemos para hacer frente a sus enemigos.
Que el capitalismo financiero haya llegado a ser el alumno aventajado del sistema capitalista en su conjunto, parece que está en su misma lógica evolutiva. La toma de posesión de su trono mundial es un elemento clave en la configuración del cambio cultural que llamamos globalización. Lo que llama más la atención es el hecho de que ya haya llegado ese momento. Cuando la caída de las ideologías hizo hablar a algunos del final de la Historia, pareció que se había cumplido así el recorrido que la humanidad había hecho por su evolución político-social y cultural. Había ganado el capitalismo/democracia, "porque no podía ser de otro modo". Era el último estadio de la civilización. Llegados a ese punto, solo quedaba el progreso económico y tecno-científico.
Sabemos que esta idea esencialista de las cosas es consustancial al pensamiento conservador, fundamento de una estrategia ideológica de legitimación de su derecho "natural" al ejercicio del poder. El cálculo que hizo el triunfo de occidente daba por naturalizada la asociación de la Democracia con la política concreta de los Estados. A partir de aquí, democracia y política quedaban re-absorbidas la una en la otra. Cualquier ataque a la democracia es, a partir de ese momento, un ataque a la idea misma de la política. Por eso, la caracterización por algunos del cambio cultural que se está operando como post-democrático, conlleva inevitablemente que podamos traducirlo como post-político, según la propuesta del filósofo serbio Slavoj Zizek (2009).
La política adolece de una contradicción interna, estructural -entre los intereses de lo Individual, y las exigencias de la gestión de lo Universal-, que siempre la hace inestable, mutable e incompleta en su objetivo de organizar y administrar lo social. El conflicto es inherente a lo político mismo (Freud incluía el gobernar, como uno de los tres oficios imposibles). Por eso La política se concreta en regímenes políticos, que intentan "defenderse" de ese conflicto estructural, creando diferentes modalidades de "solución". El compendio de estas soluciones -siempre fallidas- que hace Zizec, nos permite a nosotros elaborar este cuadro comparativo:


MODALIDAD DE DEFENSA FRENTE AL CONFLICTO POLÍTICO
DEFENSA
MODELO
META
RÉGIMEN POLÍTICO
Archi-política
Represión
Médico
Espacio social homogéneo y orgánicamente estructurado.
Fascismo.
Para-política
Deportivo
Competición entre partidos y/o actores autorizados.
Democracia burguesa.
Meta-política
Técnico-Científico
De la administración de los pueblos, a la administración de las cosas.
Marxismo
Ultra-política
Bélico
Militarización directa de la política.
Dictadura
Post-política
Exclusión
Empresarial
Negociación y Compromiso estratégico.
Tecnocracia

El triunfo del capitalismo de mercado consiste en que puede operar bajo cualquier régimen, en el interior de cualquiera de estas modalidades de defensa frente al conflicto político. En estos años de la crisis financiera, hemos visto cómo los gobiernos se han doblegado a las exigencias monetaristas de los Mercados financieros. Hemos visto cómo sus exigencias han derribado gobiernos. Hemos visto, con estupor, cómo Obama -la esperanza de Occidente- componía y recomponía su gobierno poniendo los zorros a cuidar de las gallinas. Hemos visto temblar a Sarkozy -el gran refundador del capitalismo-, cuando las agencias de calificación -las tres Parcas que dictan el destino, las  Moiras a las que incluso los dioses temían en la mitología griega-, amenazaban y bajaban la calificación de Francia. Y, en diciembre pasado, hemos visto el descaro con el que alguna de estas mismas tres, amenazaba a los estados del centro de Europa -Alemania incluida-, como aviso ante las resoluciones que pudiera tomar en la próxima cumbre de la UE. Amenaza cumplida en su mayor parte al comienzo de este año.
Estas realidades, que vienen anunciando el advenimiento del declive del capitalismo democrático, parecen haber tenido un punto de condensación y de visualización con la entrega del poder político en Grecia (Papademos) y en Italia (Monti), de la dirección del Banco Central Europeo (Draghi), y del gobierno económico de España (Luis de Guindos) a señalados tecnócratas de las poderosas entidades financieras Lehman Brothers y Goldman Sachs. De nada ha servido que el qurriqulums ruinosos de ambas desaconsejaran fiarse de directivos y ejecutivos que lo único que han hecho bien ha sido enriquecerse personalmente. 
Lo alarmante de las "soluciones" griega e italiana, ha sido la opción de la tecnocracia no electa -aunque impuesta políticamente-, frente a una solución de incremento y profundización de la democracia participativa. En el más viejo estilo de la Roma antigua, en la situación de emergencia, la sociedad cede el gobierno al ejercicio unipersonal en la figura del Dictator. Pero lejos de limitarse a los seis meses de entonces, hoy tiene vocación de perpetuarse, y parece el antecedente inmediato de la propuesta -ya formulada por La Trilateral, a principio de los años '60- que se apunta como modelo político para las sociedades de la meta-modernidad.
El triunfo de Papademos y de Monti parece garantizado. Son los hombres de los Mercados. Su solución -la que sea-, será La solución, solamente por el hecho de ser la suya. Y cuando devuelvan el poder político a los electores, la democracia ya sabrá que no volverá a ser la misma. Por lo menos, la que ella creía ser cuando se miraba al espejo de los valores que la fundaban. Cuando Papademos y Monti se retiren , dirán a sus sustitutos, políticos electos: "Bueno, ahí lo tenéis. Ahora ya sabéis cómo se hace". Y ellos sabrán entender esta indicación, y su generosa enseñanza.
Tal vez entonces, nos acordemos que hubo alguien que, desde fuera de Europa, y en su solitaria lucha contra el latrocinio de los Mercados, se hizo esta pregunta en voz alta. "Si Europa no se rige por el marco de la democracia, entonces ¿de qué se trata todo esto?" (O.R.Grímsson, Presidente de Islandia, octubre 2011)1.
Y, tal vez valiese la respuesta de Wolfgang Streeck (Instituto Max Planck, Colonia, Alemania), también en el mismo mes del mismo año. No duda Streeck que el capitalismo democrático volverá a encontrará la manera -siempre provisional- de  sortear el conflicto social. "Pero, esta vez" -después de agotada la solución de la inflación -años '70-, la de la deuda pública -años '80-, y la de la deuda privada -años '90 hasta 2008-, "según modalidades que deberían estar totalmente a favor de las clases pudientes, atrincheradas en una fortaleza políticamente inespugnable: la industria de las finanzas internacionales". Y concluye con una pregunta, de esas que afirman un vaticinio: "Después de todo ¿podemos descartar que éstas miren con confianza el desenlace del combate final que podrían decidir librar contra el poder político, antes de imponer su ley de una vez por todas?".
Solamente subrayar las últimas palabras "... imponer su ley de una vez por todas".


1. [Nota de febrero 2015] El mismo presidente Grimsson visita -en febrero de 2015- la España de los seis años de crisis, y habla de su camino solitario -y supuestamente imposible- hacia la recuperación. El colapso de su banca fue en 2008. Consecuencias: una pérdida del 8% de su riqueza en dos años, y un paro jamás conocido del 11,9%. En la actualidad la tasa de paro oscila entre el 3% y el 4% y el PIB previsto es del 3,3%. El presidente atribuye "en parte esa recuperación a haber desoído los consejos de los organismos internacionales, en particular la Comisión Europea, para que aplicara medidas de austeridad", y si "la UE se equivocó con su caso. “¿Por qué deberían tener razón en otros?”. En cuanto a la dirección política seguida "ha reclamado mantener los equilibrios entre “la democracia” y los “intereses económicos”", y "rechazado que la población deba sufrir con medidas de duros recortes presupuestarios", renegociaron "la deuda (el país rechazó en un referéndum pagar por los errores de sus bancos)", y devaluaron la moneda, manteniendo severos controles de capital que bloquean la libre circulación de fondos por una cuantía que equivale al 50% del PIB. (El País, 19/02/2015)