Cita

jueves, 21 de mayo de 2015

Leyendo a Piketty 3/3: Tyché y Automatón del Capital.

"de ti me fío, redondo
seguro azar."
P. Salinas
Desde siempre, la vida de los hombres les ha parecido guiada por fuerzas del todo ajenas a su voluntad. Esto no supone mayor problema cuando se acepta una voluntad mayor, y la sociedad se organiza teocráticamente. El problema surge para las sociedades racionales, en las que el pensamiento laico sigue encontrándose con la experiencia de hechos que insisten en presentarse como autónomos en su ocurrencia.
Las dos formas en las que esta oscura voluntad se hace más decisivamente presente en la vida es el azar de lo que sale a nuestro encuentro sin haberlo buscado, y la repetición de lo que insiste independientemente de cualquier decisión. Un campo privilegiado para experimentar ambos es la vivencia de lo social en nuestra vida particular.
La investigación de Piketty parece orientada a intentar responder una sola pregunta: ¿Cómo "retomar el control del capitalismo"1 en  un mundo sin fronteras para el capital? "Retomar" ya nos indica que, al menos un cierto control, ya hubo en otras épocas anteriores. Sin embargo, el capitalismo es un sistema de acumulación, y la incidencia que tuvo la aparición y el desarrollo de la tecnociencia disparó la producción de la plusvalía y, con ello, las cotas de acumulación en manos de los propietarios históricos del poder y la riqueza, hasta llegar a su climax al comienzo del siglo XX. Esa ingente cantidad de capital acumulado en el mundo rico -Europa, por aquel entonces-, no encontró su límite más que por los desastres de las guerras mundiales, y la depresión económica y la locura inflaccionista del breve periodo de paz entre ellas. Los efectos de la destrucción generalizada, la lección política y económica derivada de todo ello, y el hecho inédito en la historia de la existencia de una alternativa al capitalismo -la economía planificada por el Estado-, trajeron "los gloriosos treinta", tres décadas de crecimiento económico, y control del Capital por los gobiernos democráticos.
La desregulación económica neoliberal de los ochenta, y el imperio de la informatización en la Cultura, han revertido este breve interegno de justicia distributiva, y ha puesto la acumulación de capital en cotas equivalentes a las de hace un siglo, y en niveles de desigualdad social difícilmente soportables -ese 1% dentro del 10% de los que lo poseen prácticamente todo-3
Con todo, lo más preocupante es la previsión -aún eligiendo el escenario intermedio- para el futuro venidero. En un panorama de crecimiento económico muy modesto -entre 0.5 y 1.5%-, el rendimiento del capital se mantendrá en una media entre el 4.5 y el 5% anual. La brecha social se ahondaría hasta simas inimaginables, en un "crecimiento sin límites de las desigualdades patrimoniales mundiales que hoy día crecen a un ritmo insostenible a largo plazo [...] y carecen de utilidad para el crecimiento"2 económico. 
La derivada política de este panorama es que la influencia en la gobernanza mundial de estas élites económicas les permitiría prescindir de facto -y quién sabe si no de iure también- de cualquier tipo de control democrático para sus actividades - como ya vemos que se va gestando en el futuro TTIP4-.
Entendemos así mejor algunos elementos y estrategias de la crisis económica provocada por el capitalismo financiero. Como la expectativa de generar plusvalías por el crecimiento industrial se había reducido drásticamente, hubo que forzar el azar de los buenos encuentros económicos. El capitalismo se convirtió en el casino financiero de las operaciones, primero arriesgadas, y después disparatadas. El resultado, catastrófico a nivel social, ha instalado a los diseñadores y exclusivos beneficiarios de ese sistema criminal en unos niveles de ingresos, que ya no van a tener que hacer más que multiplicarse mecánicamente en el automatismo financiero de la especulación bursátil. 
En otros países, como es el caso de España, la provocación del azar esquivo ha venido de la mano del desfalco de la riqueza pública a manos de las élites políticas y económicas de la derecha española. Se trataba de enriquecerse lo más posible, en el menor tiempo posible, para forzar la mayor acumulación posible de capital. Una vez conseguido, se trata de dejarlo crecer en las plazas bursátiles salvajes, y en las encubadoras de los paraísos fiscales. Así, por ejemplo, se estima que la familia Pujol ha ingresado, como ejercicio de sus -aún presuntas- prácticas corruptas, del orden de 1.800 millones €5 -cifra ya de por sí a nivel de presupuesto autonómico. Si aplicamos el automatón financiero del 5%6, el resultado es que la buchaca aumenta en 90 millones € por año. Por más lujo que podamos suponer en el consumo diario de estos apandadores, es evidente el monto que restaría para reinvertir, y así - en un etc ilimitado - hacer creer la masa del capital disponible.
La receta de Piketty, en principio, es sencilla: un impuesto progresivo anual sobre el capital en las zonas geopolíticas homogéneas -que presupone la existencia de una reglamentación compartida y homogénea de transparencia fiscal y comunicación automatizada de datos a nivel internacional-, y, sobre todo, "apostar por la democracia hasta sus últimas consecuencias." 
La dificultad reside ahí precisamente, en el hecho de que la condición económica de las sociedades no es ni un destino, ni una ciencia: es una decisión política. Entre el azar y el automatismo, la ética.




1. Cf. p.645.
2. Cf. p. 644.
3. Hoy mismo, el periódico El País on-line trae la noticia de que: "La crisis lleva la desigualdad entre ricos y pobres a niveles récord. El 10% de los españoles menos favorecidos perdieron un 13% anual de ingresos por un 1,5% de los más pudientes."
4. Transatlantic Trade and Investment Partnership -Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión- que negocian en este momento los EEUU y EU en la mayor opacidad democrática posible.
5. Diario El Mundo on-line, 03/08/2014.
6. Pikkety muestra que, según aumenta el monto de capital invertido, el rendimiento del capital puede alcanzar niveles del 10% anual.

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