Dante y Virgilio en el infierno, de Bouguereau. |
Me han solicitado la adhesión a una petición a la Unión Europea para avanzar en la democratización de su parlamento, a través de la instauración de listas únicas en toda Europa, para cada opción política determinada. Mi negativa a suscribir tal petición no radica en que piense que algo así no mejora la representación popular. Pero respondería como el chamán después de que el misionero le explicase las bondades del Evangelio para su pueblo: "Eso rasca. Y rasca bien. Pero rasca donde no pica." En este caso, el chamán ha sido la crisis Griega.
La crisis de la Unión Europea en Grecia -para ser más precisos-, está siendo un semillero de consecuencias. Esto me parece el mayor logro del fallido desafío del ejercicio democrático del pueblo griego.
Una de ellas es que el debate sobre el déficit democrático en las instituciones europeas se ha "externalizado". Ya no se trata -como pretende la propuesta de CDE1- de afinar en el ajuste democrático de tal o cual órgano representativo. Ya la crisis en Chipre, pero, sobre todo, en Grecia, han dejado en evidencia la descompensación existente entre el ejercicio del poder económico, y el formalismo democrático de representación de los intereses de la ciudadanía. Y es esta descompensación la que dibuja los verdaderos antagonistas en la lucha política actual dentro de la UE. Sus instituciones económicas imponen las políticas que representan sus intereses, por encima de cualquier voluntad democrática manifestada en las urnas. La alianza parlamentaria entre conservadores y social-liberales en las instituciones de la UE ha vigilado tradicionalmente para no entrar en contradicción con los intereses económicos alemanes a partir de la creación del Euro. Sin embargo, la política austericida puso a prueba este consenso en Grecia, al tener que validar las urnas el estado de ruina, miseria y humillación al que habían sido conducidos por la partitocracia bipartidista tradicional helena. El gobierno social-liberal del momento trató de lanzar un referendum sobre la aceptación o no de la política suicida que les trataba de imponer Bruxelania. Pero Merkel descolgó el teléfono, y aquel referendum pasó a la categoría de despropósitos políticos, para ser difundido como tal entre la opinión pública europea.
El cambio democrático en Grecia, y el acceso al poder político de un partido radical, cortó el hilo telefónico2, y los griegos pudieron realizar, por fin, el temido referendum sobre la aceptación de su suicidio inducido. El rechazo a las políticas austericidas sorprendió por su amplitud.
Y es aquí donde viene la lección: a pesar de la percepción de que el gobierno salía reforzado para negociar con Bruxelania un cambio de rumbo, el resultado fue la imposición por ésta de medidas aún más duras que las previas al referendum. La euforia de los dirigentes europeos -particularmente del Eurogrupo3-, y de los medios de comunicación en general, ante el plegamiento de Szyriza al dictat alemán, marcaba claramente que se trataba de una victoria que transcendía el hecho económico en sí del caso griego. Era la confirmación patente de que el poder económico ya estaba en condiciones de doblegar legalmente cualquier opción democrática no conforme con los intereses del Mercado.
Hechos y situaciones como ésta plantean si la posibilidad de una acción política eficaz de cambio no pasa por volver a ámbitos territoriales de dimensiones abarcables para las posibilidades de intervención reales de los ciudadanos. Indudablemente, esto no evita que las fuerzas económicas sean globales. Pero si algo va dejando claro el fallido proyecto europeo es que Bruselas está cada vez más lejos de cada uno de sus ciudadanos, y que la traducción parlamentaria de nuestro voto es cada vez más imaginaria4. El poder de presión ciudadana sobre sus gobernantes cobra toda su potencia cuando está dimensionada respecto a un ámbito geopolítico proporcional a su capacidad de acción5. Y, hoy por hoy, solo el Capital es global.
Hechos y situaciones como ésta plantean si la posibilidad de una acción política eficaz de cambio no pasa por volver a ámbitos territoriales de dimensiones abarcables para las posibilidades de intervención reales de los ciudadanos. Indudablemente, esto no evita que las fuerzas económicas sean globales. Pero si algo va dejando claro el fallido proyecto europeo es que Bruselas está cada vez más lejos de cada uno de sus ciudadanos, y que la traducción parlamentaria de nuestro voto es cada vez más imaginaria4. El poder de presión ciudadana sobre sus gobernantes cobra toda su potencia cuando está dimensionada respecto a un ámbito geopolítico proporcional a su capacidad de acción5. Y, hoy por hoy, solo el Capital es global.
Y este es el poblema del largo parto de Bruxelania. Frente a esa globalización económica, las distintas regiones del mundo configuran sus estados hegemónicos para optar y competir en el reparto de las plusvalías. En el caso de Europa, la globalización nos pilló inmersos en un experimento de postguerra, que dejaba de tener sentido rapidamente. La rectificación vino de la mano de la reunificación política alemana, quedando ya ésta definitivamente señalada como la potencia que debería ocupar su lugar hegemónico para la zona europea.
Una vez unificada como Estado, y con el ámbito de influencia garantizado por el afianzamiento de los distintos tratados de la UE, Alemania se encontró con la necesidad de generar una periferia que cumpliera con el cometido subsidiario que le corresponde en una economía de metrópoli.
Y en eso estamos. La configuración de Bruxelania ha dado un paso de gigante con la "crisis de la deuda". Pero Alemania, una vez rendida la UE a su mandato, aún se encuentra con ciertas dificultades para constituir esta periferia necesaria para alcanzar el rango de hegemonía geopolítica que el Capital le exige ocupar en Europa, y con ello, el consiguiente ahorro estratégico de poder gobernar una multiplicidad de estados desde un solo centro.
Una vez unificada como Estado, y con el ámbito de influencia garantizado por el afianzamiento de los distintos tratados de la UE, Alemania se encontró con la necesidad de generar una periferia que cumpliera con el cometido subsidiario que le corresponde en una economía de metrópoli.
Y en eso estamos. La configuración de Bruxelania ha dado un paso de gigante con la "crisis de la deuda". Pero Alemania, una vez rendida la UE a su mandato, aún se encuentra con ciertas dificultades para constituir esta periferia necesaria para alcanzar el rango de hegemonía geopolítica que el Capital le exige ocupar en Europa, y con ello, el consiguiente ahorro estratégico de poder gobernar una multiplicidad de estados desde un solo centro.
* Denomino "Bruxelania" a la mutación resultante de la abdución de la Unión Europea (Bruxelas), por la potencia económica y política de Alemania.
1.-POR UNA EUROPA DE CIUDADANOS DE EUROPA.- El proceso de refinanciación de los países europeos deudores, cuyo último capítulo ha sido la quiebra de Grecia, ha supuesto, cuando no el enfrentamiento, la ruptura de la confianza entre los ciudadanos de las diferentes naciones de la UE y ha evidenciado el deterioro progresivo y acelerado, quizá irreversible, del proceso de formación de Europa. Nosotros ciudadanos de Europa –CDE- pensamos que las distintas ópticas nacionales impiden la formación de una imagen de la realidad, asumida por todos, que sea el punto de partida para los diagnósticos y las soluciones que propongan de los problemas comunes las diferentes opciones políticas. Pensamos que para tener esta visión compartida de la realidad el primer paso es profundizar en la democratización del Parlamento Europeo -PE- mediante la elección de los diputados en listas únicas para cada una de las opciones políticas, es decir, formadas con candidatos de los países miembros de la UE y cuya circunscripción /distrito electoral, único también, sea el conjunto de las naciones de la UE. El PE así elegido gozaría de la máxima legitimidad y consecuentemente la acción del gobierno elegido por él, sería respetada por todos.[...]
1.-POR UNA EUROPA DE CIUDADANOS DE EUROPA.- El proceso de refinanciación de los países europeos deudores, cuyo último capítulo ha sido la quiebra de Grecia, ha supuesto, cuando no el enfrentamiento, la ruptura de la confianza entre los ciudadanos de las diferentes naciones de la UE y ha evidenciado el deterioro progresivo y acelerado, quizá irreversible, del proceso de formación de Europa. Nosotros ciudadanos de Europa –CDE- pensamos que las distintas ópticas nacionales impiden la formación de una imagen de la realidad, asumida por todos, que sea el punto de partida para los diagnósticos y las soluciones que propongan de los problemas comunes las diferentes opciones políticas. Pensamos que para tener esta visión compartida de la realidad el primer paso es profundizar en la democratización del Parlamento Europeo -PE- mediante la elección de los diputados en listas únicas para cada una de las opciones políticas, es decir, formadas con candidatos de los países miembros de la UE y cuya circunscripción /distrito electoral, único también, sea el conjunto de las naciones de la UE. El PE así elegido gozaría de la máxima legitimidad y consecuentemente la acción del gobierno elegido por él, sería respetada por todos.[...]
2. Recordad aquella sentencia de Dijselbloem a Varoufakis: "Acaba de matar a la Troika".
3. Realmente, esta euforia solo se entiende si pensamos que debió de haber algún momento en el que Bruxelania temió no poder reconducir la situación política creada por el triunfo del "no" en el referendum.
4.Como ejemplo, el enano político que ha resultado ser el presidente Hollande en su política europea - en un gesto de valentía solo equiparable al de su bufonesco predecesor Sarkozy cuando dijo de "refundar" el capitalismo-, ha propuesto incrementar la mastodóntica maquinaria institucional europea con más burocracia parlamentaria, como forma de introducir un control democrático en el Eurogrupo. Multiplicar los europarlamentarios con eurogrupoparlamentarios, votar en España a conservadores o socio-liberales de Polonia, Finlandia o Rumanía, puede alimentar el imaginario de participar en la misma empresa. Pero el ejercicio real del poder hace que las fracturas sociales, y el empobrecimiento de las clases medias y populares atraviesen agrupaciones y alianzas parlamentarias.
5. En Grecia triunfó en las urnas un partido de izquierdas al que la presión económica de la entidad política superior en la que está inscrito le ha hecho terminar gobernando sostenido por los partidos de derecha a los que derrotó.
3. Realmente, esta euforia solo se entiende si pensamos que debió de haber algún momento en el que Bruxelania temió no poder reconducir la situación política creada por el triunfo del "no" en el referendum.
4.Como ejemplo, el enano político que ha resultado ser el presidente Hollande en su política europea - en un gesto de valentía solo equiparable al de su bufonesco predecesor Sarkozy cuando dijo de "refundar" el capitalismo-, ha propuesto incrementar la mastodóntica maquinaria institucional europea con más burocracia parlamentaria, como forma de introducir un control democrático en el Eurogrupo. Multiplicar los europarlamentarios con eurogrupoparlamentarios, votar en España a conservadores o socio-liberales de Polonia, Finlandia o Rumanía, puede alimentar el imaginario de participar en la misma empresa. Pero el ejercicio real del poder hace que las fracturas sociales, y el empobrecimiento de las clases medias y populares atraviesen agrupaciones y alianzas parlamentarias.
5. En Grecia triunfó en las urnas un partido de izquierdas al que la presión económica de la entidad política superior en la que está inscrito le ha hecho terminar gobernando sostenido por los partidos de derecha a los que derrotó.
[Adenda
de septiembre 2015]. El caos migratorio que siguen produciendo las
consecuencias de la nefasta actuación norteamericana en Irak, ahora en su
versión siria, nos está dejando una lamentable ilustración de todo ello.
Mientras el mastodonte europeo intenta desperezar su torpe maquinaria
institucional frente a la crisis de refugiados sirios, la acción decidida de
particulares, organizaciones privadas e instituciones locales han dado un
respuesta rápida y personalizada a un buen número de ellos, siendo el primer
apoyo material y moral que recibían en su largo y tortuoso recorrido. Ha sido a
partir de ahí que la UE ha aparecido queriendo presentarse como campeona del
acogimiento, y hemos podido comprobar el cinismo de la Merkel, pasando de la
famosa escena del llanto provocado a la joven palestina en el mes de
julio -“Tú eres una chica muy simpática. Pero sabes que en Líbano hay
miles y miles de refugiados palestinos. Y que si les dijéramos a todos que
pueden venir.. y también a los africanos… No podemos hacerlo. Algunos van a
tener que volver a su país”-, a la declaración de un acogimiento de 500 mil
refugiados al año. Otra cosa será ver de dónde saca los 6.000 millones de euros
que piensa destinar a tal fin, en el contexto de su política de austeridad. Si,
como es razonable pensar, los va a recortar de las ayudas sociales ya
existentes, asistiremos al incremento de una xenofobia cada vez más agresiva
-recordemos los gritos de ¡Traidora! que tuvo que escuchar de sus votantes en su demagógica
visita al albergue de refugiados de Heidenau, este mes pasado.