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jueves, 26 de septiembre de 2013

Si votas, no eliges /2: El voto cambia a los políticos, no las políticas

La democracia, para el común de los ciudadanos, se ha reducido al ejercicio del voto. Los votos, el ejercicio del voto, es presentado por los políticos como el gran poder del ciudadano, y los contertulios, columnistas y demás creadores de opinión repiten como un mantra que, con ello, los ciudadanos quitan y ponen a aquellos que quieren que gobiernen.
Sin embargo, no se diferencia bien entre el poder legitimador y el poder ejecutivo de ese voto electoral. No es de extrañar que a medida que el segundo pierde poder, se idealice el primero. Aunque, en general, es el acto de votar el que es idealizado ideológicamente a medida que pierde su poder real en las democracias occidentales. Esta idealización del acto de votar es ideológica porque vela la realidad de una inoperancia ejecutiva, la irrelevancia operativa del voto emitido.
La verificación de este vaciamiento del poder democrático del voto viene evidenciándose por la convergencia de este idealismo electoral de Occidente, con lo que se ha dado en llamar el "capitalismo con valores asiáticos". Mientras que a la UE y a los EEUU se les rompe la boca de hablar tanto de Derechos Humanos y libertades políticas, Asia demuestra que el nuevo capitalismo ni los necesita, ni le convienen, y contraponen a los valores conquistados con la lucha social de más de dos siglos, la eficacia en la generación de plusvalía en base a la austeridad (bajos salarios y bajo gasto social), cultura del esfuerzo (jornada continua a demanda empresarial), y la paz social (sometimiento en base a un alto índice de paro1, la pérdida de derechos -en base a la creación de leyes "ad hoc"-, y la represión de los diferentes niveles del Estado, con el concurso de las posibilidades de la nueva tecnología.2)
El 5º Barómetro de Confianza Institucional3 realizado por Metroscopia entre el 15/06 y el 12/07 de 2013 mostraba a la clase política ocupando los dos últimos lugares (con un 12% los "partidos políticos", y un 6% los "políticos"). En las puntuaciones más altas, la investigación y los médicos de la sanidad pública (con un 92%), y los profesores de la enseñanza pública (85%)4. Es decir, que el grupo social que tiene un 6% de apoyo, determina decisivamente el funcionamiento y la presencia social de dos colectivos tan esenciales para un país como los médicos y los maestros/profesores, con el máximo grado de aceptación social. Los más rechazados deciden el grado de presencia y de influencia social de los más aceptados por la ciudadanía. Datos como estos ejemplifican bien ese abismo abierto entre el poder legitimador del voto (mayoría absoluta de la derecha en España), y el poder real, operativo del voto emitido por los ciudadanos "soberanos".
En la metamodernidad del capitalismo financiero, los votos no pueden cambiar las políticas, no solamente porque éstas se hace fuera de los parlamentos, sino porque además están deslocalizadas de los agentes institucionales vehiculados para ejercerlas5. De representar intereses de clase, darles cauces pacíficos en la negociación y el debate, hoy los intereses se tramitan directamente desde el foco del poder económico actual, el financiero (post-política). Si las empresas del capitalismo industrial tenían -y tienen- sus sistemas de influencia alrededor de los centros de decisión política6, hoy, con la crisis y el pánico generado por sus pérdidas masivas en el 2008, la Banca ha empezado a imponer directamente las directrices macroeconómicas que han de seguir los gobiernos de los países, independientemente de su color -si es que aún quedan colores- político.
Desprestigiadas las ideologías como creadoras y sostenedoras de horizontes, reducida la condición humana a un objeto más en la serie mercantil del intercambio, hoy solamente tiene crédito el pragmatismo de las cifras -cifras a las que se les hace decir lo que la voz de su Amo ha diseñado. 

Las próximas elecciones en la UE pondrán de nuevo en ejercicio la ficción electoral de un sistema democrático que se agota con el final del segundo milenio. El semblante que la democracia parlamentaria ha mantenido durante los últimos dos siglos, no puede velar más la impostura -acordada y consentida socialmente como mal menor- de que el poder electoral ha quedado disociado del poder real. Si se sostuvo hasta hoy fue porque siempre pareció que podría mantener una distancia suficiente como para ser su influencia determinante, incluso alcanzarlo "en un futuro". Esa fue la fantasía de la democracia del proletariado. Y porque, indudablemente, creaba condiciones políticas objetivas para conseguir derechos ciudadanos, y mejoras laborales. Su momento feliz fue lo que ya los historiadores empiezan a estudiar como las "décadas doradas" (de 1945 a 1975). El modelo de sociedad que se logró en Occidente -libertad política, protección social y bienestar económico-, es lo que los historiadores empiezan a considerar como una época finiquitada. Y, aunque no haya concluido aún el trasvase del estado del bienestar a las oligarquías financieras, la insistencia en las políticas de austeridad ya no puede ocultar más que este sea su último objetivo. 


1. Hacia el año 2020 "sobrarán" de 90 a 95 millones de trabajadores no cualificados (Informe del McKinsey Global Institute).
2. La policía de Montgomery County, Texas, utiliza ya drones, a los que ha decidido equipar con gases lacrimógenos y proyectiles de goma contra los manifestantes.
3. Publicado el 25/08/2013.
4. La Administración Pública en su conjunto, obtendría un 70% de aprobación por su contribución al bienestar general de la sociedad.
5. Los dirigentes del International Institute for Finance (IIF) -grupo de presión integrado por 450 de los mayores bancos del mundo-, decidieron las condiciones del rescate de Grecia en 2011, en medidas, por supuesto, aceptadas por la troika (según Aditya Chakrabborty en The Guardian).
6. Desde 2006 han sido 4.200 millones de dólares los empleados por las finanzas/seguros/inmobiliarias en los EEUU en comprar "influencia política" (según Global Exchange).

2 comentarios:

  1. Siendo todo esto muy cierto, cuanto mayor sea la conciencia social de lo que está sucediendo -por mucha que sea la manipulación informativa a la que son sometidos los ciudadanos- más probabilidades habrá de lograr que las cosas cambien. La libertad de expresión fluye libre en internet -salvo en dictaduras ominosas-: para prueba el apasionante mundo de los blogs.

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  2. En la línea del comentario de Álvaro. A estas alturas de "mi medio siglo" estoy convencido de que el voto elecoral sigue teniendo un valor, aunque sea a la baja por motivos diversos, que nos sigue siendo de utilidad a los ciudadanos para posibilitar cambios de gobierno que puedan llevar a cabo políticas más sociales y con más visión de futuro. Creo que el "voto electoral" es un acto más útil para promover cambios que muchas de las jornadas de huega que se convocan y que están sirviendo para que las administraciones "hagan caja", enjuguen sus déficits y puedan pagar algunas de las innumerables facturas pendientes, incluso puedan pagar parte de la paga extraordinaria a los funcionarios.
    Magnífico artículo resultado de un acertado análisis de la historia que nos baña la piel.
    Por cierto, fascinante la ilustración.

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