Desde que la escuela historiográfica francesa introdujo en la metodología la diferenciación de la temporalidad histórica en tres grandes estratos, la auscultación de los tiempos largos de la historia siempre me ha parecido una fuente inagotable de sorpresas. Habituados como solemos estar a una temporalidad de presente, el ojo de halcón del tiempo nos pone en una perspectiva esclarecedora, en la que cambia lo que hasta ese momento teníamos por realidad, o por verdad de los hechos.
La metodología de Piketty participa de ese esclarecimiento de los hechos que solamente la consideración de los grandes horizontes temporales permiten. Ayuda, por ejemplo, a entender el alcance y la significación de la revolución conservadora, que en Europa ha culminado con la política austericida alemana, y que, en España, está tratando de asentar atropelladamente las bases del dominio económico de la derecha para las próximas décadas.
Observar la evolución, la acumulación y la distribución del capital -la riqueza- a lo largo de la historia -concretamente desde el año 1700 al 2012-, nos permite constatar algunas cosas:
1º que la acumulación del capital no se produce en la historia de la humanidad si no es con el desarrollo tecnológico de la primera revolución industrial.
2º que, una vez dadas las condiciones técnicas de producción, la forma que toma la acumulación del capital -las variaciones en su cantidad y su distribución- es una cuestión de la política seguida por los grupos humanos de que se trate.
3º que esa forma del capital muestra constantes perdurables que hablan de la constancia de su acumulación y detentación en las clases privilegiadas de los países política y militarmente dominantes en la historia.
4º que pequeños crecimientos porcentuales sostenidos a lo largo de décadas, producen grandes cambios económicos.
5º que los factores esenciales que permiten el cambio y la promoción social a largo plazo -así como las desigualdades- dentro y entre las sociedades en el concierto mundial son la constancia de oportunidades educativas -inversión en políticas públicas de formación de la población-, y la generación y difusión del conocimiento por medio de la inversión, la promoción y el intercambio de la investigación 1.
El análisis de Piketty establece una continuidad entre el régimen histórico de bajo crecimiento -observado en sus series históricas, a veces seculares, sobre más de una veintena de países-, y aquello que se espera como previsible para el próximo futuro. Me parece una clave para entender la prisa en el trasvase precipitado, masivo -y fraudulento en multitud de ocasiones- que ha realizado la derecha política y económica en las últimas décadas, desde la riqueza pública a la riqueza privada. Si el crecimiento va a ser bajo, el poder económico va a estar en manos de los que tengan el capital. Esto, que parece evidente, no lo es para una sociedad que ha creído que el desarrollo económico del último medio siglo iba a se una fuente inagotable de oportunidades de promoción personal, crecimiento apoyado en una acelerada revolución científico-técnica basada en las nuevas tecnologías informáticas y genéticas.
Leyendo a Piketty podemos pensar que el asalto a los bienes públicos -el desmontaje del estado del bienestar- ha sido la última oportunidad de producir rápidamente una acumulación de capital privado, que permita al tío Gilito y a sus amigos apandadores situarse para disfrutar de una posición holgada durante próximas décadas de crecimiento inferior al 2%, décadas de salarios raquíticos y rentas patrimoniales suculentas, que perpetúen socialmente la desigualdad construida políticamente con el pseudo-argumento económico -es decir, ideológico- de que "no hay otra opción".
Termino con una cita de su primera página: "Cuando la tasa de rendimiento del capital supera de modo constante la tasa de crecimiento de la producción y del ingreso [...] el capitalismo produce mecánicamente desigualdades insostenibles, arbitrarias, que cuestionan de modo radical los valores meritocráticos en los que se fundamentan nuestras sociedades democráticas."
Tal vez en esto radique la percepción que se está imponiendo aceleradamente en los países occidentales de que el capitalismo dominante actual -capitalismo financiero-, ha entrado en una contradicción agónica con la democracia representativa, oposición que empieza a mostrarse excluyente en el caso de Grecia, y, seguramente en unos meses, en el caso de España.
Tal vez en esto radique la percepción que se está imponiendo aceleradamente en los países occidentales de que el capitalismo dominante actual -capitalismo financiero-, ha entrado en una contradicción agónica con la democracia representativa, oposición que empieza a mostrarse excluyente en el caso de Grecia, y, seguramente en unos meses, en el caso de España.
1. El último trapicheo mercantil con la universidad del ministro Wert -cambiar años de grado, por años de master (el doble de caros)-, y el abandono rápido y masivo de la investigación en la España del Partido Popular nos muestra, una vez más, que la ideología subyacente tradicional de la derecha española es que la universidad tiene que ser un espacio de y para la reproducción de las élites económicas del país.